sábado, 7 de agosto de 2010

Parque Avellaneda

Franco Bruno Texier 4º 1ª TM

CONSIGNA: Escribir una narración en la que un hombre del presente se encuentre con Don Quijote.

PARQUE AVELLANEDA
Esa noche volvía a mi casa a eso de las 4 de la mañana, después de una salida bastante intensa, cuando al cruzar por el parque, pensé que mis cansados ojos pretendían engañarme. Un hombre viejo, de barba larga y canosa, estaba sentado sobre un banco verde bajo la luz del farol. La cabeza gacha tapada por un gorro metálico y su cuerpo envuelto en bronce oxidado. Del banco, atada con un fuerte nudo, una soga que conducía a las riendas de un caballo flaco y viejo, tirado en el suelo cuidando otros elementos del mismo metal.
Me quedé mirándole un rato, asombrando por una visión tan extraña y peculiar. Masculló algunos sonidos hasta abrir los ojos y finalmente despertarse. Miró a su alrededor con desconfianza, parecía hallarse desorientado. Tardo en darse cuenta de mi presencia. Ambos estábamos igual de atónitos y pasmados, nos revisábamos de arriba a abajo sin entender lo que veíamos. Llegamos a cruzar nuestras miradas, la suya me atraía de manera extraña, una pasión salía de aquellos ojos, tapada por un velo de tristeza. Fue una de las razones por las que esa noche me quedé con él.
El habló primero, en una entonación rara y con palabras bastante extravagantes, que hacían que a veces me perdieran del hilo de la conversación. Lo tomé con cierta naturalidad, ya que esto es común en los locos de la calle.
Contaba historias estrafalarias pero de una magnitud que cada una de ellas me atrapaba más y más, sabiendo igualmente que todo eso eran puras patrañas y delirios de su mente. Escuchaba cada relato que se sucedía con uno que me cautivaba aún mas. Yo era un simple observador, un testigo externo que se fascinaba con sus hazañas.
Estuvimos un par de horas hablando, mas bien, yo solamente oyendo. Al terminar, intrigado, se me ocurrió preguntarle que haría ahora, en este preciso instante. No se si se lo tomó a mal. Suspiró, se levantó y tomando a su compañero animal desapareció en la oscuridad de la noche.
Primero pensé que fue la extrañeza con la que me quedé, luego el fervor en sus relatos, pero por último realicé que lo que mas me intrigó de esta historia fue él mismo, un loco que, como dicen algunos que saben, “luchó contra los molinos de viento”.

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