martes, 22 de febrero de 2011

Carnaval

Aparecí ahí, en medio del carnaval. No sabía cómo pero no importaba, no me interesaba el pasado. Apretado en el tumulto, veía pasar los colores y las formas, sentía aromas y sabores, música a lo lejos, pero principalmente el ruido. Las calles estaban inundadas de máscaras, trajes, vestidos. La gente chocaba contra la frialdad del cemento, como olas de todos los tonos que rompían en las veredas.
Amarillos, rojos, azules, verdes, naranjas y violetas, estaban por todas partes, en la ropa, en las luces, sobre el piso y las paredes. Miraba el cielo y me daba cuenta que era de noche, pero acá abajo, entre el calor y el festejo era de día.
Vi miles de situaciones, de historias y anécdotas. Parejas que salían a festejar, desconocidos que se encontraban juntos por azar, grupos de hombres reunidos para tomar, grupos de muchachas que se separaban para buscar. Vi escenas de pasión desenfrenada, de celo enceguecedor, de amistades desencontradas. Vi besos, abrazos, atropellos, injurias, golpes e insultos.
Pero así de repentino como llegué, la gente desapareció. No quedó absolutamente nadie en la calle. Un viento frío me golpeó la espalda y me generó un escalofrío. Observé bajo la palidez de la luna a un hombre arrastrándose hacia un umbral, tapándose con retazos que quedaron de la fiesta. Me fui caminando a mi casa, la ciudad se había quitado la máscara.



(Pequeño ejercicio de un taller de literatura al cual sólo pude asistir una clase por problemas de horario).


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