Me encontré con la realidad, Caloi, Carlos Loiseau, humorista gráfico e historietista falleció el 8 de mayo de 2012 en Adrogué. La nota fue replicada en los medios, ninguna demasiado específica, confirmándome que la noticia había sido de urgencia.
Fui a facebook para ver si la noticia se había difundido entre mis conocidos, minimamente como para avisarle, como si de un pariente nuestro se tratase. Como vi que ya varios estaban enterados solo me limito a poner un video con el tema introductorio de Caloi en su tinta.
Pero senti que era insuficiente (claro que todo esfuerzo es en vano frente a la muerte), pero realmente tenía la necesidad de escribir algo, visceral, desprolijo o como salga. No suelo hacer este tipo de cosas, en todo este tiempo hubo muchos grandes que se fueron, pero algo me decía que esta vez me tenía que sentar a escribir. Y es por eso que ahora están leyendo estas palabras.
Lo primero que se me cruzó por la cabeza es hablar de cuando lo conocí en persona por primera vez. Yo era chico y estaba con mis viejos en la exposición de Clemente: 30 años (por un año mas no se cumplen los 40, ¡qué macana!). Hicimos una larga cola para que me firmara un poster del personaje, cuando estuve ahi no sabia que decirle. Porque claro, que le iba a importar a un tipo como Caloi, un groso posta, lo que le cuente un nene de la primaria. Mi vieja fue la que inició la conversación con algo así "¿por qué no le decís que te gusta dibujar y hacer historietas?". Claro, en ese momento no me imaginaba el dibujo como actividad profesional (tampoco lo hago hoy, bah). No tuve tiempo para charlar con el, era simplemente una fila, pero siempre tuve la esperanza de poder entablar una conversación con él.
Hubo otros momentos en que pude verlo: eventos del Museo de la Caricatura, de Editorial de La Flor, homenajes, presentaciones, premios, etc. Pero siempre a la distancia, como mero espectador, la oportunidad de charalar no se me dio.
Por eso solo puedo hablar de el más como critico que como persona, cosa que me hubiera gustado. Caloi es un gran referente de la historieta argentina, y es innegable su aporte a nuestra disciplina. Clemente siempre me pareció un personaje simpático, de chico nunca me había deslumbrado. Sólo cuando pude conocer mejor su obra y su historia, gracias a la muestra de la que ya hable y de un libro sobre la historia de Clemente que gane en un concurso.
Sin embargo, lo que siempre me atrajo mucho más fueron sus viñetas y sus historietas sueltas, que hasta el domingo pasado se publicaban en la última y única página de la revista de Clarín que valía la pena leer. Allí, creo yo, daba rienda suelta a toda su imaginación y potencia creadora, experimentando sin ataduras esta cosa informe y dificilmente de definir que convencionalmente llamamos historieta. Juegos con los globos, la narratividad, los límites de la viñeta, la palabra y la imagen eran algunos de los elementos formales que solían correr sus límites en esas páginas. Combinadas con temas como el fútbol, el amor y el barrio, hacían que cada domingo una revista pedorra sea un deleite para los ojos.
Otro mérito que habría que adjudicarle tiene que ver con la animación. Caloi en su tinta fue un programón, que recopilaba cortos de los lugares más reconditos del planeta, con técnicas y formas de ver el mundo que no tenían comparación con nada antes visto en la televisión argentina. Ese fue realmente un aporte para la cultura. Además, las presentaciones con animaciones del propio Caloi lo hacían ameno y entretenido. De chico, me acuerdo, me voló la cabeza. Es posible que sea una de las cosas que me haya impulsado a ser parte de este medio, eso nunca lo voy a saber. Para eso preguntenle a mi psicoanalista.
Y siguiendo con la animación y las oportunidades pérdidas, solo me queda decir que me quedé con la leche de ver Ánima Buenos Aires en el Bafici. Cuando fuimos con unos amigos se habían acabado las entradas y terminamos viendo cualquier otra cosa (una pelicula francesa bastante densa, no era mala, pero no daba para una salida un miércoles a la noche). La pelicula, recopila cortos de distintos autores de la animacion argentina, y entre ellos, uno de los destacados era, por supuesto, Caloi. Creo que esa es otra de las cosas que le voy a bancar a Caloi siempre, esa forma de seguir trabajando hasta el final (literal), es una experiencia realmente inspiradora para cualquier persona.
Siempre comparaba a Caloi con otros autores de diarios que, al estar acomodados en una posicion, se dejaban estar y no innovaban en su arte, por cansancio o dejadez. Ya nadie les podia decir nada, que lo suyo era malo, por que no importaba, el aporte a la disciplina ya lo habían hecho. Caloi era el ejemplo opuesto, había estado tanto tiempo en su posición, había acumulado tantas fuerzas que podía hacer lo que quería. Y de manera positiva. Por eso su historieta no conocía límites ni ataduras, y creo que eso es lo que realmente va a perdurar en la historia.
Caloi, un artista que hasta el último de sus días siguió dando el ejemplo.
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