viernes, 31 de agosto de 2012
En las aulas
A veces, para no garabatear los márgenes, y cuando no estoy de humor como para hacer una historieta, arranco una hoja y me pongo a dibujar. La misma la uso para varios días seguidos, como se ve cuando cambio de lápiz a tinta, o cuando dibujo encima de otro dibujo hecho anteriormente. También podrán notar que hay un personaje que se repite varias veces, probablemente lo use para una historieta "experimental" dentro de los próximos prácticos de literatura española.
Saludos!
jueves, 30 de agosto de 2012
Caricaturas bocetadas
Boceto a lápiz de dos caricaturas simples (y un dibujo suelto en el medio).
El de arriba es Quevedo, su cara es una caricatura en sí. El de abajo es un retrato rápido de Román más pibe, el dibujo lo hice en el momento en el que se fue de Boca y lo encontré hace poco tirado entre otros papeles que suelo apilar mezclados.
Les dejo dos acercamientos para poder apreciarlos mejor:
![]() |
Francisco de Quevedo |
![]() |
Juan Román Riquelme |
miércoles, 29 de agosto de 2012
Nueva historieta experimental
domingo, 26 de agosto de 2012
La historieta de filo (FINAL)
Terminé definitivamente la historieta de filo.
Esta página fue hecha entre el final del cuatrimestre pasado y el principio de este, solo le faltaban un par de "cuadros" pero basicamente ya la tenía cocinada hace rato. El problema principal era que había terminado la cursada, y cerrarla fuera de las aulas que tanto le supieron dar a esta obra no le hubiese dado el mismo sentido. Como si la esencia de hacer una historieta mientras te hablan de cualquier otra cosa se perdiera.
De paso compile todo en un solo archivo para hacer más fácil la lectura:
Saludos!
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viernes, 24 de agosto de 2012
La caja
En una esquina oscura de la oficina se encontraba una caja blanca, completamente lisa, perfecta, con sus bordes redondeados y herméticamente cerrada, sin revelar su interior. Estaba allí desde que empecé a trabajar y nadie nunca le prestó atención. Hasta me daba vergüenza preguntar, a fin de cuentas era una simple caja en el rincón.
Los días pasaban y yo seguía pensando en el contenido de la pequeña caja blanca. ¿Sería pesada? ¿Tendría un objeto, o varios? ¿Sonará al agitarla? Las dudas me carcomían y la cajita consumía toda mi atención. No podía creer que todos sean tan apáticos frente al misterio que se le presentaba ante sus ojos, nadie parecía notar aquel extraño objeto.
Me decidí a resolver todas mis dudas y espere a que la oficina se vacíe, alegando que tenía trabajo extra. Me aseguré de que todos se hayan ido y que no quedaran ni los de limpieza. Tuve que esperar escabullido entre las sillas mientras los de seguridad terminaban su guardia. Hasta lograr que se vaya el último empleado se terminó haciendo de noche.
Una vez a salvo, me arrastré a oscuras y agarré la caja con mis manos, la apoyé en el escritorio y prendí las luces, para vislumbrar mejor el objeto. La tomé con las manos y le di vueltas, de verdad no tenía ni una hendija por donde curiosear, estaba hecha de cartón en una sola pieza. No entendía como la habían fabricado, ni para que estaba ahí. Tenerla tan cerca logró acrecentar mis dudas mas que despejarlas.
Pero no podía retroceder después de tanto esfuerzo, tenía que saber qué había dentro de ella. Y había una sola forma de sacar el contenido. Sostuve la cajita limpia y perfecta con ambas manos, tomé un respiro y empecé a estrujarla para ablandar el cartón. Una vez que tenía suficientes arrugas, agarré uno de los pliegos recién formados y tironee hasta abrirle un agujero. Ahí, metí el dedo índice, hasta cortar y despedazar el objeto.
Una vez terminada la acción, me encontraba frente a la caja partida en pedazos y su misterioso contenido: una nota doblada perfectamente, como lo fue la cajita alguna vez. Tomé el papel con las manos temblorosas y me animé a leerla. Estaba escrita a máquina, firmada por la dirección y dirigida directamente al empleado que lograse abrir la caja. Al terminar de entender aquellas palabras no quedó nada en mí, ni siquiera las ganas de llorar.
Al otro día en la oficina volvió a aparecer una cajita blanca, lisa y perfecta en el rincón. Nadie le prestó atención a aquel extraño hecho, habíamos aprendido a ignorarla.
Los días pasaban y yo seguía pensando en el contenido de la pequeña caja blanca. ¿Sería pesada? ¿Tendría un objeto, o varios? ¿Sonará al agitarla? Las dudas me carcomían y la cajita consumía toda mi atención. No podía creer que todos sean tan apáticos frente al misterio que se le presentaba ante sus ojos, nadie parecía notar aquel extraño objeto.
Me decidí a resolver todas mis dudas y espere a que la oficina se vacíe, alegando que tenía trabajo extra. Me aseguré de que todos se hayan ido y que no quedaran ni los de limpieza. Tuve que esperar escabullido entre las sillas mientras los de seguridad terminaban su guardia. Hasta lograr que se vaya el último empleado se terminó haciendo de noche.
Una vez a salvo, me arrastré a oscuras y agarré la caja con mis manos, la apoyé en el escritorio y prendí las luces, para vislumbrar mejor el objeto. La tomé con las manos y le di vueltas, de verdad no tenía ni una hendija por donde curiosear, estaba hecha de cartón en una sola pieza. No entendía como la habían fabricado, ni para que estaba ahí. Tenerla tan cerca logró acrecentar mis dudas mas que despejarlas.
Pero no podía retroceder después de tanto esfuerzo, tenía que saber qué había dentro de ella. Y había una sola forma de sacar el contenido. Sostuve la cajita limpia y perfecta con ambas manos, tomé un respiro y empecé a estrujarla para ablandar el cartón. Una vez que tenía suficientes arrugas, agarré uno de los pliegos recién formados y tironee hasta abrirle un agujero. Ahí, metí el dedo índice, hasta cortar y despedazar el objeto.
Una vez terminada la acción, me encontraba frente a la caja partida en pedazos y su misterioso contenido: una nota doblada perfectamente, como lo fue la cajita alguna vez. Tomé el papel con las manos temblorosas y me animé a leerla. Estaba escrita a máquina, firmada por la dirección y dirigida directamente al empleado que lograse abrir la caja. Al terminar de entender aquellas palabras no quedó nada en mí, ni siquiera las ganas de llorar.
***
Al otro día en la oficina volvió a aparecer una cajita blanca, lisa y perfecta en el rincón. Nadie le prestó atención a aquel extraño hecho, habíamos aprendido a ignorarla.
jueves, 23 de agosto de 2012
Los hombres que traen alegría
Hace muchos años, los curas misioneros
intentaron la difícil tarea de llevar nuestra fé a los lugares más
recónditos del planeta. Esta es la historia de un grupo de ellos,
queriendo penetrar en las frías tierras del Himalaya, donde nuestro
Señor no había llegado nunca.
Los hombres de fe se prepararon tanto
material como espiritualmente. Consiguieron las mejores prendas para
resistir la nieve, el mejor equipo para la montaña, el mejor
transporte y los mejores animales de carga. Pasaron días en ayuno
para acostumbrarse a la hambruna que pasarían, meditaron
profundamente para alcanzar el vínculo con el único Dios y
resistieron sus propios latigazos para conseguir la concentración
mental necesaria.
Preparados para la travesía, cruzaron
todas las tierras extranjeras. Desde Italia hasta el Medio Oriente,
cruzando el Asia, pasando a través de la India, sufriendo la
temperatura y los ambientes hostiles de todas esas tierras, hasta
llegar al Himalaya.
Allí desplegaron sus mejores armas
contra la falta de fe, con la Biblia en mano y recitando los santos
evangelios, enseñaron la palabra divina a los pobladores del lugar.
Pero a los habitantes no parecían importarles las sagradas
enseñanzas. La mayoría estaba ensimismado en sus tareas diarias,
como la labranza y la gandería, y no querían gastar su tiempo en
aprender las bondades del Señor.
Los misioneros intentaron entonces
intervenir con los hombres que conocían los ritos y supersticiones
del lugar. Encontraron un grupo de monjes calvos que solía subir a
la cima de la montaña para sentarse y respirar. Los curas los
acompañaron pero no pudieron darle la Buena Noticia, ya que los
hombres se sentaban en silencio y no exteriorizaban ningún gesto, ni
una mueca. Se quedaron paralizados por horas, sin siquiera comer ni
beber. Ante tan extraño ritual, los curas se quedaron sin
posibilidad de propagar la palabra divina, por lo que bajaron al
pueblo.
Sólo les quedaba un último recurso,
el mismo que utilizaban para evangelizar a los pueblos más bárbaros:
las estampitas de Jesús. Estas contenían bellas imágenes de la
vida del Señor, e incluían pasajes bíblicos en su anverso con las
enseñanzas de la palabra divina. Pero los pobladores superaban las
expectativas. Al tomar una estampa la miraban extrañados, sin
entender la simbología impresa en el cartón. La toman y le daban
vueltas, ni siquiera reconocían las figuras humanas ni las
representaciones visuales de cosas tan comunes como una vaca o una
verde campiña.
Cuando estaban a punto de desistir en
la misión, un hombre pareció reconocer la estampita que le estaban
entregando. Los curas lo observaron detenidamente, a pesar de su
extraña ropa no era como los otros pobladores. Tenía la piel más
clara y tersa, y los ojos grandes y redondos. El extraño hombre
blanco salió corriendo ante el entusiasmo de los hombres de fé.
Lo siguieron hasta su tienda y le
insistieron para que salga en las treinta lenguas distintas que
conocían los eruditos. Al final, sin saber si porque entendió o por
resignación, el hombre abrió su choza y los invitó a pasar para
resguardarse de la nieve.
-Yo sé a que han venido ustedes- dijo
el hombre blanco en una extraña y rústica lengua romance –
Ustedes han venido a traer su alegría al pueblo, pero no saben que
este pueblo ya ha sido visitado por el hombre que ríe.
Los misioneros se sorprendieron del
conocimiento de este hombre y le indagaron para saber más acerca de
los ritos de esa cultura extranjera.
-Yo he venido de la misma tierra que
ustedes y les he enseñado con mis propios métodos la alegría y la
esperanza que tanto ustedes quieren inculcar. Ahora es tarde y estoy
cansado, pero con los preparativos suficientes les demostraré los
frutos del trabajo realizado.
Los curas se fueron satisfechos con la
visita y se prepararon para el día en el que el pueblo entero haría
una demostración de fe ante los hombres de la iglesia. Estuvieron
toda una semana esperando, impacientes, sin saber qué tipo de
experiencia religiosa les esperaba. Al ver que el pueblo no había
cambiado sus actitudes, seguían labrando y cosechando como siempre,
fueron a insistir al hombre blanco.
-Ustedes esperen y verán, mañana a
las doce, cuando el sol llegue a su punto más alto, todo el pueblo
estará mostrándoles las enseñanzas de nuestra tierra europea.
Los misioneros hicieron caso y al
mediodía siguiente se encontraban todos juntos mirando el sol
esperando a que llegara el pueblo con sus ofrecimiento. Ese día no
había nadie afuera, ni los niños, ni las mujeres, ni los
labradores. Parecía que habían abandonado el lugar sin dejar a
nadie atrás.
“Esto parece una broma” dijo uno de
los curas, impaciente. Y así como lo dijo, miles de niños salieron
de las tiendas con máscaras y disfraces coloridos. Comenzaron a
bailar alrededor del grupo de misioneros, con alegres cantos y danzas
desconocidas para los curas.
“¡Blasfemia!¡Blasfemia!” gritó
uno. “Cálmese hombre, capaz es un antiguo ritual pagano en nombre
del Señor” lo tranquilizó otro.
Luego salieron las mujeres vestidas de
todos los tonos, con coloridas polleras y pelucas rizadas, moviendo
las caderas y formando un circulo concentrico alrededor de los niños.
Al rato aparecieron los hombres de hombros anchos, con vestidos
similares y maquillaje sobre sus rostros.
“Esto es inaudito, exigimos una
explicación” decían los misioneros, atrapados en un torbellino de
risas y colores.
En ese momento, hizo su aparición
triunfal el hombre blanco que los había engañado. Estaba montado
sobre dos grandes patas de madera, haciéndolo llegar hasta los seis
o siete pies de altura. Llevaba una peluca como los otros, un traje
hecho con retazos de distintas prendas y una abominable, redonda y
saliente nariz roja.
Incitándolos en su extraña lengua, el
hombre blanco daba direcciones desde la altura haciendo que la masa
amorfa se mueva en un compás diabólico. Los curas atemorizados no
supieron qué hacer más que unirse todos juntos y esperar que el
termine el espectáculo pecaminoso. Tras cada dirección del alto
hombre, los pobladores ya sabían como dirigirse, hacia donde
moverse, que tipo de giro hacer, como si hubiesen preparado esta
danza ritual por mucho tiempo.
Con una última orden, todos los
pobladores se quedaron paralizados, como si esperaran una acción.
Hubo un silencio largo, los misioneros miraban a sus alrededores y lo
único que encontraban eran miradas cruzadas, penetrantes como
flechas, en los ojos endemoniados de aquel pueblo. La tensión se
rompió con el primer estallido, bombas con agua caían sobre los
hombres de fe, los cuales salieron corriendo espantados entre gritos,
silbidos y abucheos.
Al volver a la Europa madre, contaron
la historia a todos los señores de la iglesia para que tengan
conciencia de lo que sucede en aquellas tierras lejanas. Y para que
conozcan la vergüenza por la que hicieron pasar a la santa
institución.
Dios tenga en la gloria a los que
promulgan su palabra de paz.
miércoles, 22 de agosto de 2012
Flopy, una conductora modelo
Cuando se convirtió en la “Cola Reef”, nadie pensó que Florencia iba a tener una carrera duradera en el medio. Pasó por la tele, y de ahí a las pasarelas y a las tablas. Pero ahora la diosa que integró el elenco de “¡Qué gauchita mi mucama!” tiene una trayectoria de la que hablar.
Florencia comenzó a trabajar en el medio en el momento en que terminó el secundario. Indecisa por no saber qué seguir, se metió en una agencia de modelos para tener algo en qué ocuparse. Apreovechando los atributos que había desarrollado prematuramente, fue escalando posiciones hasta participar establemente en programas de televisión y desfiles de verano.
Al principio veía con mala cara la situación que estaba atravesando. Era tratada con inferioridad por sus jefes, todos hombres, y con desprecio por sus colegas, todas mujeres, por no “seguirles el juego”. Se quejaba de su situación, pero como no estaba convencida de lo que quería para su vida, nadie la tomaba en serio. De lo que estaba segura era que dejaría de participar en ese medio.
Su cuerpo seductor y sus ganas de seguir adelante la llevaron a mejorar su posición dentro del universo del modelaje e incluso a encabezar desfiles ella sola. Como en una arena movediza, cuanto más intentaba salir, más atrapada quedaba. Cuanto más detestaba su trabajo, mejor la trataban. Sin embargo, sentía que si ponía más fuerza y lo intentaba aún más, lograría liberarse de todo este terrible circuito.
La oportunidad se le presentó tras haber ganado el concurso de la “Cola Reef”. El nivel de exposición al que había llegado era muy alto, y a partir de ahí podía llegar a tomar decisiones por su propia cuenta. Habló con su representante y le dijo que quería empezar a hacer notas para los programas de verano. Como el trabajo no era de una naturaleza muy diferente, tomó la propuesta y movió sus contactos para que le den el espacio.
Una vez enfocada, ya nadie la podía detener. Trabajó arduamente, retomó los estudios y llegó a formarse un lugar en la prensa escrita, donde nadie le diría nada por su apariencia. Se tomó en serio su labor y paulatinamente fue dejando el modelaje por el periodismo.
Hoy en día Florencia logró su cometido. Trabaja para el diario, asiste todos los días a una oficina, se puede vestir formalmente y se siente sostenida por todos sus compañeros. Y aunque ella no lo sepa, ha ganado un premio más entre todos sus colegas de la redacción: “El mejor culo del piso 12”.
Florencia comenzó a trabajar en el medio en el momento en que terminó el secundario. Indecisa por no saber qué seguir, se metió en una agencia de modelos para tener algo en qué ocuparse. Apreovechando los atributos que había desarrollado prematuramente, fue escalando posiciones hasta participar establemente en programas de televisión y desfiles de verano.
Al principio veía con mala cara la situación que estaba atravesando. Era tratada con inferioridad por sus jefes, todos hombres, y con desprecio por sus colegas, todas mujeres, por no “seguirles el juego”. Se quejaba de su situación, pero como no estaba convencida de lo que quería para su vida, nadie la tomaba en serio. De lo que estaba segura era que dejaría de participar en ese medio.
Su cuerpo seductor y sus ganas de seguir adelante la llevaron a mejorar su posición dentro del universo del modelaje e incluso a encabezar desfiles ella sola. Como en una arena movediza, cuanto más intentaba salir, más atrapada quedaba. Cuanto más detestaba su trabajo, mejor la trataban. Sin embargo, sentía que si ponía más fuerza y lo intentaba aún más, lograría liberarse de todo este terrible circuito.
La oportunidad se le presentó tras haber ganado el concurso de la “Cola Reef”. El nivel de exposición al que había llegado era muy alto, y a partir de ahí podía llegar a tomar decisiones por su propia cuenta. Habló con su representante y le dijo que quería empezar a hacer notas para los programas de verano. Como el trabajo no era de una naturaleza muy diferente, tomó la propuesta y movió sus contactos para que le den el espacio.
Una vez enfocada, ya nadie la podía detener. Trabajó arduamente, retomó los estudios y llegó a formarse un lugar en la prensa escrita, donde nadie le diría nada por su apariencia. Se tomó en serio su labor y paulatinamente fue dejando el modelaje por el periodismo.
Hoy en día Florencia logró su cometido. Trabaja para el diario, asiste todos los días a una oficina, se puede vestir formalmente y se siente sostenida por todos sus compañeros. Y aunque ella no lo sepa, ha ganado un premio más entre todos sus colegas de la redacción: “El mejor culo del piso 12”.
martes, 21 de agosto de 2012
Venganza
Hace rato que lo tenía en la mira. Lo había fichado unos días atrás, con su barrita de amigos por las calles del barrio. Haciéndose el langa, como todos los pibitos que andan dando vueltas por acá. Y claro, van por la vida y creen que se comen al mundo, pero no es así, porque en una de esas el mundo de las va a devolver. Y con creces.
El pendejo iba canchero por la vida, con el celular al taco escuchando esa cosa que ahora llaman música. Zapatillas último modelo, camperita deportiva nueva, gorrita para debajo de marca, ya sabemos de dónde lo sacó. Caminaba con las patas abiertas medio de costado, como para que nos demos cuenta que iba calzado a todos lados, con el fierro fríoy de grueso calibre que le dejaba entrever debajo de la ropa. Nadie lo jodía cuando caminaba por el barrio, ya se había hecho fama de chorro y asesino. Y yo lo sabía de primera fuente.
Hace unas noches se había encontrado a mi hermano, mi colega, mi compañero, en un callejón oscuro. Uno sólo salió vivo. A partir de eso sólo un pensamiento cruzaba mi cabeza.
Decidí actuar por mí mismo. Me preparé con tiempo, lo investigue un poco, obeservé sus movimientos, sus hábitos, sus conductas, todo esperando el momento oportuno para atacar.
El destino, la casualidad o la simple lógica nos llevó al mismo lugar. Un callejón oscuro entre las calles del barrio. Me le paré enfrente y le tiré antes de que pudiera darse cuenta. De una sola bala cayó al suelo y comenzó a sangrar. –Hijo de puta, sos la misma mierda que el anterior, - es lo único que atinó a decir.
A la medianoche del 4 de mayo de 2011, Julián Ricardo Pérez había sido hallado muerto por un impacto de bala calibre .32 en los alrededores del barrio de Flores. Me enteré del hecho cometido cuando volví a la estación. Fui derecho al locker, me vestí con el uniforme y escondí sigilosamente el arma reglamentaria. El cañón todavía estaba caliente.
martes, 14 de agosto de 2012
Bocetos a color
Pequeños bocetos hechos con microfibra y lápiz. Tienen una impronta medio "Diablo", creo que ese juego me está consumiendo la vida (¡pero tengo un mago nivel 60!)
lunes, 13 de agosto de 2012
Autocaricatura
Sumado al cambio de diseño se vino el cambio en el perfil.
Hace mucho que no hacía caricaturas, y mucho menos autorretratos. Creo que quedó bien, queda en la opinión de los que me conocen si el trabajo es bueno o no.
Hace mucho que no hacía caricaturas, y mucho menos autorretratos. Creo que quedó bien, queda en la opinión de los que me conocen si el trabajo es bueno o no.
sábado, 11 de agosto de 2012
Feliz cumpleblog
Hace tres años, sin contar su tiempo en fotolog, empezaba esta aventura llamada texidibujos.
Como todos los años y masomenos a esta altura (no soy bueno recordando fechas) se vino el lavado de cara general, revision de diseño, colores y etcéteras.
Por todo este tiempo que pasó, cambié el banner por uno que represente todo lo acumulado durante tanto tiempo de trabajo. A pesar de que últimamente no he podido acercarme a este espacio (ni tampoco demasiado al dibujo) me gustaría retomar esta bella producción. Eso si, sin prometer nada.
Nos vemos
Saludos!
Texi
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